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“DIRIGIDO POR…” de NOVIEMBRE 2017, a la venta

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Como su propio título indica, el dossierJerry Lewis. El rey de la comedia es el homenaje póstumo al malogrado realizador norteamericano recientemente fallecido que ocupa la portada del núm. 482 de Dirigido por…


Dicho dossier se compone de los siguientes artículos: Pesadilla en el escenario. La pareja de moda (Carles Balagué), sobre su primera etapa profesional como actor formando pareja cómica con Dean Martin; Lewis-Tashlin. El maestro y el alumno (Carles Balagué), en torno a la relación de Lewis con Frank Tashlin; Sus años dorados(escrito por un servidor), donde se comenta su primera etapa como realizador durante los años sesenta; Jerry, el último (Óscar Brox), centrada en su segunda y última etapa, entre los años setenta y los ochenta; Elementos para una puesta en escena (Quim Casas), en torno a su estilo cinematográfico; y una entrevista (Gabriel Lerman) que, en realidad, es la suma de dos, una concedida pocos años atrás, con motivo del estreno en los Estados Unidos de uno de sus últimos trabajos como actor, Max Rose (Daniel Noah, 2013), y otra, concedida a la Asociación de Prensa Extranjera de Hollywood en 1973.


También se destacan en la portada otros contenidos no menos interesantes: el estudiodedicado a otro cineasta recientemente fallecido, George A. Romero. Nosotros somos los muertos (Luís Pérez Ochando); las críticas de la ganadora de la Palma de Oro 2017 The Square (ídem, 2017), de Ruben Óstlund (Quim Casas), Hacia la luz (Hikari, 2017), de Naomi Kawase (escrita también por un servidor) y En realidad, nunca estuviste aquí(You Were Never Really Here, 2017), de Lynne Ramsay (Israel Paredes Badía); y, para la sección TV, los comentarios de las series La zona (2017), por Quim Casas, The Deuce (ídem, 2017), por Ramón Alfonso, y Los Durrell (The Durrells, 2016-2017), por Joaquín Torán.


A todo ello hay que añadir las críticas destacadas de El tercer asesinato (Sandome no satsujin, 2017), de Hirokazu Koreeda (Quim Casas), Mal genio (Le redoutable, 2017), de Michel Hazanavicius (Israel Paredes Badía), La batalla de los sexos (Battle of the Sexes, 2017), de Jonathan Dayton y Valerie Faris (Diego Salgado), Thor: Ragnarok (ídem, 2017), de Taika Waititi (Tonio L. Alarcón), The Crucifixion (ídem, 2017), de Xavier Gens (Antonio José Navarro), La gran enfermedad del amor(The Big Sick, 2017), de Michael Showalter (Israel Paredes Badía) y El castillo de cristal (The Glass Castle, 2017), de Destin Daniel Cretton (Israel Paredes Badía); la crónica del Festival de Sitges 2017 (Roberto Alcover Oti); y las secciones Opinión, con el artículo Reflexiones sobre la Nueva Cinefilia. Parte 2/3 (Antonio José Navarro); Críticas, con comentarios de otros estrenos; In Memoriam, dedicado a Antonio Isasi-Isasmendi (Joaquín Vallet Rodrigo); Home Cinema, con comentarios de novedades en formato doméstico a cargo de Roberto Alcover Oti, Joaquín Vallet Rodrigo y, de nuevo, un servidor; Cine On-Line, con comentarios de Quim Casas, Tonio L. Alarcón y Ramón Alfonso; Libros, con reseñas de novedades editoriales a cargo de Ramon Freixas, Quim Casas, Israel Paredes Badía y Óscar Brox; Banda Sonora, de Joan Padrol; y En busca del cine perdido, en la cual Juan Carlos Vizcaíno Martínez nos habla de East Side, West Side(1927), de Allan Dwan.


Como ya he avanzado, mi contribución a este número consiste, en primer lugar, en el artículo Sus años dorados para el dossierJerry Lewis. El rey de la comedia, donde escribo sobre El botones (The Bellboy, 1960), El terror de las chicas (The Ladies Man, 1961), Un espía en Hollywood (The Errand Boy, 1961), El profesor chiflado(The Nutty Professor, 1963), Jerry Calamidad (The Patsy, 1964), Las joyas de la familia (The Family Jewells, 1965), Tres en un sofá (Three on a Couch, 1966) y La otra cara del gangster(The Big Mouth, 1967).


También publico una extensa crítica de la magnífica película de Naomi Kawase Hacia la luz.


Asimismo, firmo los textos para la sección Críticasde la aceptable La piel fría (Cold Skin, 2017), de Xavier Gens…


…y El muñeco de nieve (The Snowman, 2017), tremenda decepción a cargo, quién lo diría, del habitualmente gran realizador Tomas Alfredson.


Concluyo mi aportación mensual con los comentarios, para Cine On-Line, de la curiosa Free Fire (ídem, 2016), de Ben Wheatley…


…y la convencional Museum (Myûjiamu, 2016), de Keishi Ohtomo.



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“DISTOPÍA Y CINE. FUTURO(S) IMPERFECTO(S)”, próximamente a la venta

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Mi tercer libro de este año, y el segundo de carácter colectivo, después de Harry el sucio (Nau Llibres, Guías para Ver y Analizar) (1) y Méliès (Libros del Innombrable) (2), es Distopía y cine. Futuro(s) imperfecto(s), número 14 de la colección Nosferatu que edita Donostia Kultura, y que ve la luz con motivo del ciclo cinematográfico sobre esta temática recientemente proyectado en la capital donostiarra. Coordinado por el amigo Antonio José Navarro, el libro recoge de manera amplia y a la vez pormenorizada una aproximación a las sociedades futuristas ideadas primero por la literatura y luego por el cine, y que constituyen uno de los temas más apasionantes proporcionados a la cultura del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI por la ciencia ficción. El volumen incluye textos de Tonio L. Alarcón, Óscar Brox, Quim Casas, Roberto Curti, Fernando de Felipe Allué, Ramon Freixas & Joan Bassa, Jorge Gorostiza, Hard Boiled Lula, Elisa McCausland, Roberto Morato, Luís Pérez Ochando, Jesús Palacios, Álvaro Peña, Diego Salgado, el propio Navarro y un servidor.


He tenido el placer de contribuir con un par de textos. El primero, titulado La distopía de la perfección social: “Un mundo feliz”, de Aldous Huxley, en donde hablo de esta maravillosa novela, uno de esos libros que, como he escrito, “marcan una vida (…) Podría citar muchos otros, pero probablemente ninguno me ha influido tanto, y ha marcado tanto mi personalidad, carácter e ideas, para lo bueno y para lo malo”. También comento que “A la espera de que este libro mordaz y amargo, irónico y pesimista, lúcido y sombrío, conozca algún día una adecuada adaptación al cine, “Un mundo feliz” ha conocido hasta la fecha dos versiones oficiales para televisión, ambas norteamericanas: la miniserie de Universal Television “Un mundo feliz” (“Brave New World”, 1980), dirigida por Burt Brinckenhoff a partir de una adaptación elaborada por Doran William Cannon convertida en guion por Robert E. Thompson, y originalmente emitida por la cadena NBC; y el telefilm asimismo emitido por la NBC “Un mundo feliz” (“Brave New World”, 1998), firmado por Leslie Libman y Larry Williams, sobre un libreto de Dan Mazur y David Tausik”.


El segundo texto se titula La Nouvelle Vague y la distopía, y en el mismo me centro en Lemmy contra Alphaville (Alphaville, una étrange aventure de Lemmy Caution, 1965), de Jean-Luc Godard, y Fahrenheit 451 (Fahrenheit 451, 1966), de François Truffaut, películas que, como explico, “nada tendrían que ver con la “nueva ola”, dada su inscripción dentro de los márgenes de un género anti-realista por antonomasia, el fantástico, variante ciencia ficción. Pero lo que, simbólicamente, las hermana reside en el hecho de venir firmadas por dos realizadores que vinieron a erigirse en los polos opuestos de la Nouvelle Vague: el experimentador y pragmático Godard, y el romántico y soñador Truffaut”.


A la espera de su pronta distribución en librerías, que anunciaré en redes sociales tan pronto como se produzca, los interesados en adquirir Distopía y cine. Futuro(s) imperfecto(s) ya pueden hacerlo a través de la web de Donostia Kultura, entrando en el menú de inicio en el apartado Noticias, luego en el de Publicaciones, y a continuación en el de Nosferatu:



(2) http://elcineseguntfv.blogspot.com.es/2017/10/melies-ya-la-venta.html

Las MEJORES PELÍCULAS de 2016-2017, según “DIRIGIDO POR…”

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Un año más, la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya ha pedido a la revista Dirigido por… una lista de las mejores películas estrenadas en cines en España entre el 31 de octubre de 2016 y el 31 de octubre de 2017, con vistas a realizar, a partir de la misma y de las solicitadas a otros medios, un ciclo con las mejores películas del último año estrenadas entre esas fechas, de ahí que el lector pueda echar en falta films notorios que ya se habrán estrenado o se estrenarán en cines españoles entre el 1 de noviembre y el 31 de diciembre de 2017, ausentes en virtud del criterio establecido por Filmoteca. La lista solicitada era de diez títulos, pero el resultado final, computado a partir de las puntuaciones de los colaboradores de la revista a lo largo del año, es de dieciocho películas, como consecuencia de los empates de votos en los puestos números 5 (dos films), 7 (tres), 8 (dos), 9 (tres) y 10 (tres). Las películas más votadas, de menos a más, son:

En el número 10: triple empate entre EL EXTRAÑO, de Na Hong-jin (1)

JACKIE, de Pablo Larraín (2), y…

LO TUYO Y TÚ, de Hong Sang-soo.

En el número 9: otro triple empate, entre LOVING, de Jeff Nichols (3)

MOONLIGHT, de Barry Jenkins (4), y…

VERÓNICA, de Paco Plaza (5).

En el número 8: empate entre LADY MACBETH, de William Oldroyd (6)

…y BLADE RUNNER 2049, de Denis Villeneuve (7).

En el número 7: también triple empate, entre LA TORTUGA ROJA, de Michael Dudok de Wit…

LA AUTOPSIA DE JANE DOE, de André Ovredal, y…

DÉJAME SALIR, de Jordan Peele.

En el número 6: MANCHESTER FRENTE AL MAR, de Kenneth Lonergan (8).

En el número 5: empate entre THE NEON DEMON, de Nicolas Winding Refn (9)

…y SILENCIO, de Martin Scorsese (10).

En el número 4: DETROIT, de Kathryn Bigelow (11).

En el número 3: LA DONCELLA, de Park Chan-wook (12).

En el número 2: DUNKERQUE, de Christopher Nolan (13).

En el número 1: PERSONAL SHOPPER, de Olivier Assayas (14).

A título personal, mis cinco películas favoritas del mismo período coinciden tan solo en lo que se refiere a DUNKERQUE, a las cuales añadiría sin dudarlo las cuatro siguientes:

LA LLEGADA, de Denis Villeneuve (15).

LA CIUDAD DE LAS ESTRELLAS (LA LA LAND), de Damien Chazelle (16).

BATMAN: LA LEGO PELÍCULA, de Chris McKay (17).

MADRE!, de Darren Aronofsky (18).


“IMÁGENES DE ACTUALIDAD” de DICIEMBRE 2017, a la venta

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Star Wars: Los últimos Jedi (Star Wars: The Last Jedi, 2017) es el principal motivo de la minimalista portada del núm. 385 de Imágenes de Actualidad (qué raro, ¿no?). El extenso reportaje sobre este esperado estreno se complementa con entrevistas con su director, Rian Johnson, y con uno de sus protagonistas, John Boyega, además del artículo Los Star Wars que nunca fueron, centrado en las novelas, series animadas para televisión, cómics y juegos de rol que ofrecieron tramas argumentales alrededor de la saga galáctica creada por George Lucas alternativas a las oficiales.


También se destacan en portada los estrenos de Jumanji: Bienvenidos a la jungla (Jumanji: Welcome to the Jungle, 2017, Jake Kasdan), que se complementa con el artículo Sueños eléctricos; Wonder Wheel (ídem, 2017, Woody Allen) y, dentro de un Especial Animación, los de Coco (ídem, 2017, Lee Unkrich y Adrian Molina), Ferdinand (ídem, 2017, Carlos Saldanha), My Little Pony: La película (My Little Pony: The Movie, 2017, Jayson Thiessen) y Se armó el Belén (The Star, 2017, de Timothy Reckart), lo cual se complementa con el artículo La animación que viene (2018); y, dentro de la sección de Televisión, los estrenos de las series La peste y Dark.


El número se completa con los reportajes dedicados a The Disaster Artist (ídem, 2017), de y con James Franco, que se complementa con el retrato dedicado a la actriz Alison Brie; Suburbicon (ídem, 2017, George Clooney); El sacrificio de un ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, 2017, Yorgos Lanthimos); El vacío (The Void, 2017, Jeremy Gillespie y Steven Kostanski); Wonder(ídem, 2017, Stephen Chbosky); Perfectos desconocidos (Álex de la Iglesia, 2017); El libro secreto de Henry (The Book of Henry, 2017, Colin Trevorrow); Una vida a lo grande (Downsizing, 2017, Alexander Payne); En la playa sola de noche (Bamui haebyun-eoseo, 2017, Hong Sang-soo); y la reposición en 3D de Terminator 2: El juicio final (Terminator 2: Judgement Day, 1991, James Cameron). Y, como siempre, las secciones Además…, con otros estrenos del mes; News; Stars; Hollywood Babilonia, de Héctor Adama; Hollywood Boulevard, de Ramón Cudeiro; ¿Sabías que…?, del profesor Moriarty; Se rueda, de Boquerini; Zona sin Límites, de Ángel Sala; Diccionario Fantástico, del Dr. Cyclops; Críticas; Libros, de Óscar Brox; y BSO y DVD & Blu-ray, de Miguel Fernando Ruiz de Villalobos.


Tal y como tengo por costumbre, escojo el Cult Movie en función de los estrenos del mes, y la elección ha recaído en Jumanji (ídem, 1995), de Joe Johnston, con motivo de la llegada a cines de su secuela estas navidades: “una más que digna película de aventuras fantásticas que, amén de entretenida y divertida, atesora apuntes más que apreciables. Bajo su apariencia de fábula para todos-los-públicos, alberga un soterrado discurso sobre la figura del padre, la autoridad paterna y el temor reverencial de los hijos no exento de cierta mala uva”.


Concluyo mi participación con un par de críticas de dos películas más bien olvidables: la mediocre Enganchados a la muerte (Flatliners, 2017, Niels Arden Oplev) y la insípida Geostorm (ídem, 2017, Dean Devlin).


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La honorable sociedad: “LIGA DE LA JUSTICIA”, de ZACK SNYDER

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[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] Las desdichadas circunstancias que rodearon la producción de Liga de la Justicia (Justice League, 2017) son bien conocidas a estas alturas: su realizador, Zack Snyder, abandonó el proyecto a pocas semanas de finalizar el rodaje, abatido por la muerte de su hija, lo cual motivó que los últimos días de filmación y la postproducción corrieran a cargo de Joss Whedon, asimismo coautor del argumento y del guion junto con Chris Terrio. Existe bastante consenso en cuanto a que todo lo que hizo Whedon fue rodar algunas pequeñas escenas de diálogo y completar planos que faltaban de secuencias más grandes, con lo cual su labor no habría sido tan importante como para merecer crédito como codirector. Sea como fuere, no puede menos que pensarse que, incluso en el caso de no haberse producido la marcha de Snyder en las fases finales del proyecto, Liga de la Justicia seguiría siendo lo que es: una curiosa y bastante armoniosa fusión del cine de superhéroes de Snyder y Whedon.


No cuesta mucho ver en Liga de la Justicianumerosos “toques” à la Snyder, tanto en lo que se refiere a la visión cotidiana, casi “a ras del suelo”, de los superhéroes, que ineludiblemente hace pensar, sobre todo, en su lectura cinematográfica de Watchmen (ídem, 2009) (1), y que también se hallaban presentes, pero con mucha menos fuerza e intensidad, en sus otras dos películas precedentes dentro del Universo Cinematográfico DC: El Hombre de Acero (Man of Steel, 2013) (2) y Batman v Superman: El amanecer de la Justicia (Batman v Superman: Dawn of Justice, 2016) (3). Hay, incluso, una inesperada revisión parcial del estilo visual desarrollado en la estupenda 300 (ídem, 2006) en la que, por otra parte, es una de las mejores secuencias de acción de Liga de la Justicia, si no la mejor: el momento en que la reina Hipólita (Connie Nielsen), madre de Diana Prince/ Wonder Woman (Gal Gadot), y sus amazonas, tratan de poner a salvo una de las tres Cajas Madre del ataque del villano de la función, Steppenwolf (que, en la V.O. del film, se expresa con la voz del excelente Ciarán Hinds).


En cambio, el concepto de la Liga como equipo parece más bien de la cosecha de Whedon, así como el sentido del humor que lo sazona, en la línea de lo desarrollado, por descontado, en sus dos entregas para Marvel de las aventuras de Los Vengadores (2012-2015) (4); por fortuna, en lo que a comicidad se refiere, el resultado no resulta tan cargante como el de la apayasada Thor: Ragnarok (ídem, 2017, Taika Waititi) (5). Puestos a hilar fino, la secuencia de acción cerca del principio, en la que Wonder Woman frustra un atentado terrorista dentro de un banco, asimismo bien resuelta en sus líneas generales, parece un guiño a El caballero oscuro (The Dark Knight, 2008) (6), del aquí productor ejecutivo Christopher Nolan; como también lo parece ese momento en que Bruce Wayne/ Batman (Ben Affleck) descubre ante Wonder Woman su espalda desnuda llena de cicatrices y moratones.


Más allá de estas, digamos, pinceladas “autorales”, que demuestran que, mal que pese y guste o no, Liga de la Justiciaes un fiel reflejo de la personalidad de sus diversos responsables, la película repite en gran medida buena parte de las virtudes –que las tenía– y los defectos –que también– de Batman v Superman, con buenas ideas de guion y de momentos de puesta en escena que se combinan, torpemente, con ideas de segunda fila y soluciones de realización harto convencionales. De entrada, Liga de la Justicia es un film un tanto deslavazado y falto de cohesión, habida cuenta de que una de sus teóricas virtudes, su reducción de metraje con respecto a su predecesora –121 minutos, frente a los 151 de Batman v Superman en su montaje para cines–, a la larga acaba volviéndose en contra del mismo. Si, por un lado, se agradece que, tras la previa presentación de Batman, Superman (Henry Cavill) y Wonder Woman en El Hombre de Acero, Batman v Superman y Wonder Woman (ídem, 2017, Patty Jenkins) (7), Liga de la Justiciavaya desde el principio “al grano”, ello está, por otra parte, descompensado por la escasa descripción que se nos proporciona del resto de miembros del equipo: Barry Allen/ Flash (un Ezra Miller que tiene a su cargo el personaje “gracioso” de la función), Arthur Curry/ Aquaman (Jason Momoa) y, algo menos, Victor Stone/ Cyborg (Ray Fisher), a la espera, probablemente, de las dos películas que estarán centradas en los dos primeros, Flashpoint(2020) y la ya en postproducción Aquaman(James Wan, 2018), respectivamente.


Pesa en contra del resultado el escaso interés de la figura del villano, el mencionado “conquistador de mundos” Steppenwolf, que está visualizado de manera poco atractiva: sus apariciones, solo o rodeado de su ejército de Parademonios (así los llaman), guardan numerosos ecos visuales de las películas de Peter Jackson a partir de las obras de J.R.R. Tolkien, lo cual en sí mismo considerado no tiene porqué ser bueno o malo si no fuera porque, a ratos, impregna a la función de una poco deseable sensación de déjà vu. Ello no obsta, empero, para que la presencia en pantalla de Steppenwolf y los Parademonios no dé pie –insistamos– a algunas escenas de acción resueltas con pericia, caso de la que abre el film, la pelea de Batman contra un Parademonio, o sobre todo la lucha de los miembros de la Liga contra Steppenwolf y los Parademonios en los subterráneos del puerto de Gotham. Mas, a pesar de ese esporádico vigor de la realización, el conjunto adolece de superficialidad, de falta de densidad.


Funciona mejor, por comparación, lo relativo al gran cabo que quedaba suelto al final de Batman v Superman y que aquí tenía, inevitablemente, que resolverse: el relativo a la resurrección del difunto Superman. De hecho, la secuencia en la que Batman, Wonder Woman, Flash y Aquaman vuelven a la vida al Hombre de Acero en el mismo laboratorio/ nave extraterrestre de Lex Luthor (Jesse Eisenberg) visto en la anterior película –aviso para navegantes: Luthor protagoniza toda la secuencia post-créditos de Liga de la Justicia–, es, como digo, otra de las mejores del film. Hay aquí, incluso, una buena utilización narrativa y expresiva de los efectos visuales, en particular lo relativo a la visualización de la súper-velocidad, a cámara lenta, del personaje de Flash, por más que se trate de un recurso que se repite sobremanera a lo largo de la proyección, y dejando aparte que tampoco sea nada novedoso: recordemos que ya lo hizo Bryan Singer, y con más gracia, en sus dos últimas películas sobre la Patrulla X: X-Men: Días del futuro pasado (X-Men: Days of Future Past, 2014) (8) y X-Men: Apocalipsis (X-Men: Apocalypse, 2016) (9). Pero hasta el resultado de ese teórico gran momento, que se prolonga a las escenas posteriores en las que los miembros de la Liga se ven obligados a enfrentarse a un resucitado pero también desmemoriado y desconcertado Superman, si bien resuelto con corrección, adolece de la misma frialdad y escasa emotividad que se echa en falta, sin ir más lejos, en los inmediatamente posteriores cara a cara de Superman con su amada Lois Lane (una abotargada Amy Adams) y su madre adoptiva Martha Kent (Diane Lane): la emoción es la gran ausente de una función teóricamente emocionante. Resulta preferible, por su sencillez y su respeto a cierto espíritu ingenuo de los cómics originales esa breve, pero simpática, escena post-créditos en la que Superman y Flash se hacen la vieja pregunta que se han formulado los lectores desde hace décadas: ¿cuál de los dos es más rápido?    


(6) Véase nota 1.
(9) http://elcineseguntfv.blogspot.com.es/2016/06/dirigido-por-de-junio-2016-la-venta.html

Retrato de detective con sospechosos al fondo: “ASESINATO EN EL ORIENT EXPRESS”, de KENNETH BRANAGH

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[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM.] La primera de las muchas cosas positivas que llaman la atención de esta nueva versión de Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 2017) dirigida y protagonizada por Kenneth Branagh es lo poco que recuerda al Asesinato en el Orient Express (Murder on the Orient Express, 1974) realizado, en horas no muy altas, por Sidney Lumet. Sorprende, agradablemente, la diferencia en cuanto a planteamiento argumental y tratamiento narrativo, en buena parte debido al guionista Michael Green: si la versión de Lumet, escrita por Paul Dehn con aportaciones no acreditadas de Anthony Shaffer, era muy fiel a la famosa novela homónima de Agatha Christie, la de Branagh se toma algunas libertades con el original literario, la menor de ellas, convertir al personaje de Arbuthnot, un coronel británico caucásico en el libro encarnado por Sean Connery en el film de Lumet, en un exmilitar y doctor de raza negra (Leslie Odom Jr.), convirtiendo por tanto su discreto romance con Mary Debenham (Daisy Ridley) en una historia de amor interracial; algo, por cierto, nada raro dentro del cine de Branagh, si recordamos al Don Pedro (Denzel Washington) de Mucho ruido y pocas nueces (Much Ado About Nothing, 1993) o a Dumaine (Adrian Lester) y Maria (Carmen Ejogo) en Trabajos de amor perdidos (Love’s Labour’s Lost, 2000).


También a diferencia del libro y de la película de Lumet, la de Branagh empieza con una secuencia inexistente en aquéllos en la que Hércules Poirot –o “Hercule” Poirot, como le gusta recalcar a todos sus interlocutores– resuelve el misterio del robo de una valiosísima reliquia en Jerusalén, delante de una gran multitud y al pie del Muro de las Lamentaciones. Este añadido tiene una doble función: en primer lugar, la de demostrarnos que el Poirot encarnado excelentemente por el propio Branagh, omnipresente en la práctica totalidad de las secuencias de su film –lo cual servirá, de paso, para reavivar las acusaciones de arrogancia que siempre le han perseguido–, es, como digo, un detective mucho más activo, dinámico y arrojado que el ideado por Christie e interpretado por Albert Finney, Peter Ustinov, David Suchet y tantos otros: un hombre de acción (cf. Poirot deja su bastón horizontalmente clavado en una rendija en el Muro de las Lamentaciones y, en su intento de huida, el ladrón desenmascarado por el detective se golpeará contra ese bastón… tal y como Poirot había previamente calculado); y, en segundo lugar, la función de introducir un importante matiz en el perfil psicológico del protagonista.


Respecto a esto último, Poirot es presentado tomando un desayuno antes de dirigirse hacia el Muro de las Lamentaciones para resolver el misterio del robo de la reliquia; el detective exige que le traigan dos huevos de gallina idénticos, y su nivel de exigencia llega al extremo de medir con una diminuta regla el tamaño de los huevos y comprobar que estén “equilibrados” a la misma altura; no obstante ese carácter quisquilloso, Poirot bromea con el niño (Yassine Zeroual) que le ha traído los huevos, diciéndole que la gallina no ha conseguido poner dos del mismo tamaño… Posteriormente, una vez resuelto el caso del robo de la reliquia, Poirot comenta con un oficial británico que en el mundo tan solo existen el Bien y el Mal, y que en medio no hay nada. Esas dos ideas, la del equilibrio y la del maniqueísmo, tan equidistantes entre sí, conforman la entraña del personaje dentro de un film que, a diferencia de la mayoría de las versiones para cine y televisión de la creación de Agatha Christie, y a pesar del notable carácter coral de esta película, tiene a Poirot no solo no como eje central de la intriga, sino también como objetivo primordial de su discurso. Asesinato en el Orient Express, versión Branagh, no es tanto un caso “de” Poirot sino, sobre todo, un relato “sobre” Poirot: a medida que le vemos interrogando a los sospechosos del asesinato de Ratchett (Johnny Depp) a bordo del Orient Express, el público va descubriendo los pormenores del crimen, y al mismo tiempo, a un Poirot más humanizado que nunca.


Hay un momento, magnífico, que resulta crucial en este sentido: aquél en el que Poirot, de noche y en la soledad de su compartimento, reflexiona en voz alta sobre su situación. Un detalle importante, asimismo inédito en la novela de Christie y que ahora mismo ignoro si se hallaba presente –si bien sospecho que no– en otros libros de la misma autora u otras adaptaciones al audiovisual, es que Poirot viaja con una foto de un antiguo amor suyo: una muchacha llamada Katherine (“una vez hubo una persona”, le hemos oído confesar en un momento de rara intimidad). En su parlamento solitario –que Branagh resuelve en un primer plano sostenido de notable intensidad–, el célebre detective llega a confesar algo insólito en él: que tiene miedo. Miedo a equivocarse en sus deducciones, al fracaso; en suma, al “desequilibrio” entre el Bien y el Mal. Branagh completa la secuencia con un bello plano general del exterior del vagón del tren combinado con grúa, en el cual vemos a Poirot, en la ventana del compartimento, mientras la grúa traza un movimiento de arriba abajo, como sugiriendo de ese modo la caída en la desesperación –literalmente, al vacío– del personaje. En cambio, al día siguiente y pocas escenas más tarde, Branagh repite ese movimiento de grúa pero de forma inversamente proporcional, pues ahora es de abajo arriba, insertándolo en medio de la secuencia de la conversación en el vagón de equipajes entre Poirot y Mary Debenham [véase foto de rodaje]; en esta ocasión, el movimiento de cámara ascendente expresa la “subida de ánimo” del detective, porque está manteniendo una conversación crucial para el esclarecimiento del asesinato (y no se equivocará: poco después, y dentro de esa misma secuencia, Arbuthnot, descubierto por Poirot, tratará de asesinarle a tiros, en otra audaz innovación con respecto al original literario).


Asimismo, y a pesar de que la versión de Branagh se mantiene fiel a la resolución proporcionada por Christie en su novela, en esta ocasión la decisión de Poirot de ofrecer una falsa explicación a las autoridades en vez de la auténtica verdad sobre lo ocurrido a bordo del tren no es, como el libro, una defensa a ultranza de la pena de muerte –a la cual la escritora británica parecía ser particularmente aficionada: recuérdense sus novelas póstumas, Un crimen dormido y Telón, últimos casos de la señorita Marple y Poirot, respectivamente–, sino más bien una cuestión moral y ética. Recordemos de nuevo que, en ese prólogo añadido ambientado en Jerusalén, Poirot hablaba de su obsesión por el equilibrio y por el Bien y el Mal. Branagh resuelve la resolución del asesinato, en la que Poirot pronuncia un largo discurso de aclaración de los hechos delante de todos los sospechosos reunidos –un momento clásico en las novelas de Christie y en las numerosas adaptaciones al audiovisual de sus obras–, colocando a los personajes sentados en una larga mesa situada en la entrada de un túnel, en vez de hacerlo dentro del vagón (como se hacía, una vez más, en el original literario y en la versión de Lumet). De este modo, son los sospechosos quienes, dispuestos de ese modo, parecen –paradójicamente– los miembros de un tribunal que está juzgando a Poirot, en vez de ser ellos los juzgados por el detective. Quizá porque, en esta ocasión, Poirot no juzga tanto a los sospechosos como, sobre todo, a sí mismo. Un Poirot que ya no es el mismo que subió al Orient Express porque, durante el trayecto, ha tenido que hacer frente a un caso que ha puesto en cuestión su visión “equilibrada” y maniqueísta del mundo y de la vida, obligándole a evolucionar.


Asesinato en el Orient Expressme parece la mejor película como realizador de Kenneth Branagh desde su extraordinaria La flauta mágica (The Magic Flute, 2006). Y, si bien es verdad que no está, ni mucho menos, a la altura de esta última, ni de las no pocas grandes películas que pueblan su irregular filmografía –a las ya citadas Mucho ruido y pocas nueces y Trabajos de amor perdido añadiría no solo Enrique V (Henry V, 1989) (1), Hamlet (ídem, 1996) o esa obra maestra que a tan pocos nos gusta que es Frankenstein de Mary Shelley (Mary Shelley’s Frankenstein, 1994), sino también la injustamente subvalorada Morir todavía(Dead Again, 1991)–, Asesinato en el Orient Express es bastante mejor que su fallido remake de La huella(Sleuth, 2007) o que sus poco afortunados trabajos hollywoodienses de estos últimos tiempos: el meramente aceptable Thor (ídem, 2011), el mediocre Jack Ryan: Operación Sombra (Jack Ryan: Shadow Recruit, 2014) (2) y el aburrido Cenicienta (Cinderella, 2015) (3).


Asesinato en el Orient Expresssupone, a mi entender, una feliz recuperación de, si no todos, al menos sí algunos de los recursos de cine-teatro que pueblan sus mejores trabajos tras las cámaras. Ya he hecho mención, sin ir más lejos, al primer plano de Poirot en la escena de su confesión íntima en voz alta, equivalente a la figura teatral del aparte (yendo un poco más lejos, ¿hace falta volver a recordar que, como decía Jan Knott, en Shakespeare un monólogo equivale a un primer plano?; táchese al bardo de Stratford-Upon-Avon y colóquese en su lugar a Agatha Christie o, por qué no, a Michael Green, y, valores artísticos de cada uno al margen, el efecto cine-teatro viene a ser aproximadamente el mismo). A ello hay que añadir ese bigote, tan teatralmente exagerado, que luce aquí Poirot, unido a cierta “irrealidad” escénica inherente al diseño de producción y al vestuario. Está presente, asimismo, el sentido coreográfico de algunas escenas, tal es el caso del repetidamente mencionado prólogo en Jerusalén, con esa tan teatral caída del ladrón de la reliquia tras golpearse con el bastón aviesamente colocado por Poirot en el Muro de las Lamentaciones; la escena de presentación de los condes Andrenyi, en particular del conde Andrenyi a cargo, no por casualidad, del actor y bailarín ruso Sergei Polunin, golpeando y pateando a los periodistas que intentan sacarles fotos como si interpretara una suerte de ballet violento; el momento en que –en otra incorporación a la trama con respecto a la novela y a la versión de Lumet– Poirot persigue fuera del tren a MacQueen (Josh Gad), reafirmando de paso la renovada concepción del personaje del detective de Christine como hombre de acción; o la asimismo mencionada pelea de Poirot y Arbuthnot en el vagón de equipajes.


Destaca, asimismo, la belleza de los movimientos de cámara: a los ya mencionados planos con grúa de la escena de Poirot en su compartimiento y la de su conversación en el vagón de equipajes con Mary Debenham, cabe añadir el excelente plano-secuencia en cámara móvil que pone en inmediata relación a Poirot, caminando por la estación de tren de Estambul y subiendo a bordo del Orient Express con todos los personajes relevantes del drama; los travellings que recorren el interior del vagón restaurante, estableciendo una suerte de coreografía visual entre los personajes y las miradas que se arrojan los unos a los otros; o, cerca del final, el no menos espléndido movimiento de cámara con steadycam que sigue a Poirot a sus espaldas, atravesando los vagones del tren hasta llegar al de cola, donde están todos los sospechosos del asesinato de Ratchett esperando saber cuál será la decisión final del detective, momento trascendental que viene anunciado, precisamente, por la solemnidad del travelling que lo precede. A todo ello hay que añadir la extraordinaria utilización del plano picado en momentos como el descubrimiento, fuera de campo, del cadáver de Ratchett, o el de la inspección del compartimento de este último, llevada a cabo por Poirot junto con Bouc (Tom Bateman), en los cuales se altera el concepto teatral de “cuarta pared” colocando la cámara no frente a los intérpretes sino, como en este caso, sobre sus cabezas. O un par de planos en los que, mediante la elección del ángulo adecuado de la cámara, los rostros de los personajes aparecen “duplicados” gracias al efecto óptico del relieve del cristal de las puertas de los vagones, sugiriendo de este modo que todos tienen una “segunda cara”, esto es, algo que ocultar. Por comparación con todo esto, resulta más convencional el recurso al flashbackcorto en blanco y negro –como en Morir todavía–, efectivo, pero meramente explicativo, en la línea de lo ya ensayado, por la vía del inserto con gran angular, por Sidney Lumet en su versión (recordemos que Lumet también recurría parcialmente al blanco y negro para visualizar el secuestro y asesinato de la hija pequeña de los Armstrong en la primera secuencia de su adaptación). Todos los intérpretes contribuyen a sostener el buen nivel de la función, aunque merecen menciones especiales Derek Jacobi, Willem Dafoe –estos dos, como siempre– y Josh Gad.

(3) http://elcineseguntfv.blogspot.com.es/2015/05/chappie-cenicienta-una-noche-para.html

Nuevas webs de “DIRIGIDO POR…” e “IMÁGENES DE ACTUALIDAD”

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Ya están colgadas en la red las nuevas webs de las revistas Dirigido por… e Imágenes de Actualidad. Las dos son de acceso gratuito, si bien a partir del mes de enero se podrán adquirir en ellas las versiones digitales de ambas revistas. Las condiciones para la suscripción se anunciarán más adelante. Mientras tanto, ya se puede entrar a curiosear, pues están repletas de numerosos contenidos que cada vez irán a más.






Tertulia sobre “HARRY EL SUCIO” para La Radiografía de OIDRadio4GCantabria

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El pasado 7 de noviembre se emitió en el programa La Radiografía de OIDRadio4GCantabria una conversación que mantuve con su presentadora, Patricia Prida, en torno a mi libro sobre Harry el sucio publicado por la colección Guías para Ver y Analizar de Nau Llibres (1). Muchas gracias, Patricia, por tu amabilidad hacia mi persona y el interés y entusiasmo demostrados hacia lo que escribo. Y muchas gracias, también, a la emisora.


Enlaces:




“DIRIGIDO POR…” de DICIEMBRE 2017, a la venta

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La primera entrega de un dossierde tres partes dedicado a King Vidor es el principal motivo de portada del núm. 483 de Dirigido por…


La primera parte de este dossier se compone de los siguientes artículos: King Vidor en panorámico(Quim Casas), King Vidor. Aprendizaje y periodo mudo (Óscar Brox), Espejismos / Un árbol es un árbol. De tartazos y hombres (Héctor G. Barnés), El sonoro. Sinfonía de la comunidad(Ricardo Aldarondo) y Los westerns de King Vidor (escrito por un servidor).


La portada destaca, asimismo, las críticas de Wonder Wheel (ídem, 2017) [Quim Casas], que se complementa con una entrevista con su realizador, Woody Allen; The Disaster Artist(ídem, 2017), dirigida y protagonizada por James Franco [Quim Casas]; Coco(ídem, 2017), de Lee Unkrich y Adrian Molina [Joaquín Vallet Rodrigo]; Suburbicon(ídem, 2017), de George Clooney [Quim Casas]; y En la playa sola de noche(Bamui haebyun-eoseo honja, 2017), de Hong Sang-soo [Emilio M. Luna]. Y, también, los comentarios para la sección Televisiónde MindhunterT.1 (ídem, 2017) [Israel Paredes Badía] y Stranger Things T.2 (Stranger Things 2, 2017) [Tonio L. Alarcón].


Otros contenidos de la revista son las críticas de Jupiter’s Moon (Jupiter holdja, 2017, Kornél Mundruczó) [Quim Casas], El sacrificio de un ciervo sagrado (The Killing of a Sacred Deer, 2017, Yorgos Lanthimos) [Israel Paredes Badía], Grandeza y decadencia de un pequeño comercio de cine (Grandeur et décadence dùn petit commerce de cinema, 1986, Jean-Luc Godard) [Israel Paredes Badía], Asesinato en el Orien Express(Murder on the Orient Express, 2017, Kenneth Branagh) [Roberto Morato], El libro secreto de Henry (The Book of Henry, 2017, Colin Trevorrow) [Israel Paredes Badía] y Liga de la Justicia (Justice League, 2017, Zack Snyder) [Roberto Morato]; las crónicas de los festivales de Sevilla 2017 [Gerard Casau] y la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donostia[Antonio José Navarro]; y las secciones Opinión, con el artículo Reflexiones sobre la Nueva Cinefilia. Parte 3/3 [Antonio José Navarro)]; Flashback, con motivo de la edición de un pack en formato doméstico dedicado a Jacinto Esteva. La Escuela de Barcelona y sus gramáticas [Quim Casas]; Críticas, con comentarios de otros estrenos; Home Cinema, con comentarios de otras novedades en formato doméstico a cargo de Israel Paredes Badía y Juan Carlos Vizcaíno Martínez; Cine On-Line, con comentarios de Tonio L. Alarcón, Héctor G. Barnés, Joaquín Vallet Rodrigo, Ramón Alfonso y Joaquín Torán; Libros, con reseñas de novedades editoriales a cargo de Ramon Freixas, Quim Casas, Israel Paredes Badía y Óscar Brox; Banda Sonora, de Joan Padrol; y Cinema Bis, en la cual Antonio José Navarro comenta Maciste contra los fantasmas (Maciste e la regina di Samar, 1964), de Giacomo Gentilomo.


Ya he mencionado que una de mis contribuciones a este número es el artículo Los westerns de King Vidor, donde comento Billy the Kid (1930), The Texas Rangers (1936), Northwest Passage (1940), Duelo al sol (Duel in the Sun, 1946) y La pradera sin ley (Man Without a Star, 1955).


También firmo las críticas de tres films de temática fantástica de lo más dispar tanto en intenciones como en resultados: ese sonoro bluff titulado A Ghost Story (ídem, 2017, David Lowery), la por el contrario estupenda Feliz día de tu muerte (Happy Death Day, 2017, Christopher Landon), y la menos despreciable de lo que se ha dicho Musa(Jaume Balagueró, 2017).

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Variaciones Malick: “SONG TO SONG”, de TERRENCE MALICK

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[ADVERTENCIA: EN EL PRESENTE ARTÍCULO SE REVELAN IMPORTANTES DETALLES DE LA TRAMA DE ESTE FILM. (y no, no voy a hablar en este blog de “Star Wars: Los últimos Jedi”, porque mi reseña saldrá publicada en el próximo número de “Dirigido por…)]


Explicaba a propósito del anterior y extraordinario largometraje de Terrence Malick, Knight of Cups (2014) (1), que en esos momentos su realizador estaba concluyendo otras dos (o tres) películas de forma prácticamente simultánea: el documental Voyage of Time, inicialmente fechado en 2014 y que finalmente lo está en 2016, el cual consta de dos versiones, una de 90 minutos subtitulada Life’s Journey, y otra de 44 minutos que, como su propio subtítulo indica, es The IMAX Experience; y el film que aquí nos ocupa, Song to Song (2017). Para valorar adecuadamente esta película me parece necesario recordar cuáles han sido sus circunstancias de producción, a efectos aclaratorios, nunca justificativos.


El film se anunció, con el título provisional de Untitled Terrence Malick Project, en noviembre de 2011, si bien otras fuentes afirman que el primer título provisional del film fue Lawless, el cual hubo de cambiarse porque coincidía con el del film de John Hillcoat Lawless (Sin ley) (Lawless, 2012) (2); otro título barajado fue el de Limitless(3). Durante el fin de semana del 16 de septiembre de ese mismo año, Malick empezó por su cuenta a filmar paisajes sin actor alguno. Los intérpretes inicialmente previstos eran Ryan Gosling, Christian Bale –el protagonista de Knight of Cups–, Cate Blanchett –también presente en el elenco de Knight of Cups–, Rooney Mara y Haley Bennett, a los cuales luego se incorporó Bérénice Marlohe. El rodaje propiamente dicho arrancó en septiembre de 2012 en el festival de rock de Austin, Texas, y el trabajo se prolongó hasta noviembre del mismo año, incorporándose al reparto Michael Fassbender, Holly Hunter y Val Kilmer.


Las fuentes consultadas no concretan el momento en el cual se sumó al trabajo Natalie Portman –otra de las protagonistas de Knight of Cups–, y además, las mismas se contradicen un poco entre ellas, pues si bien unas dan a entender que el rodaje fue muy rápido, otras matizan esa información, afirmando que, aunque la filmación tan solo duró 40 días, las jornadas de trabajo se repartieron a lo largo de dos años (sic), y se caracterizaron por su dureza: de sol a sol, y con tan solo una pausa de media hora para comer; y, de creer a Ryan Gosling, se trabajó sin guion, dando por tanto prioridad absoluta a la improvisación. Bale tan solo rodó tres días, entre otras razones porque la filmación se solapó con la de Knight of Cups y el actor tenía que irse a rodar La gran estafa americana(American Hustle, 2013, David O. Russell), de ahí que al final Malick optara por eliminar la participación de Bale y traspasar buena parte de los rasgos de su personaje al que interpreta Fassbender. También “saltó” del montaje definitivo Haley Bennett, por eso la foto de rodaje que reproduje en este blog al hablar de Knight of Cups perdió su razón de ser, dado que dicha escena y sus intérpretes no aparecen en Song to Song(4). Otros que también desaparecieron del final cut fueron Benicio del Toro, Boyd Holbrook, Trevante Rhodes, Angela Bettis, Callie Hernandez y Clifton Collins Jr., y los músicos Arcade Fire, Iron & Wine y Fleet Foxes.


Su estreno en los Estados Unidos estaba previsto para marzo de 2015, con el título de Weightless, si bien en diciembre del año siguiente Sarah Green, productora de las películas de Malick desde El nuevo mundo (The New World, 2005), anunció que el definitivo sería Song to Song. La razón por la cual su postproducción se alargó tanto era porque el primer montaje llevado a cabo por Malick rondaba las ocho y nueve horas, y tuvo que reducirlo a su duración actual de 129 minutos; no por casualidad, en sus títulos de crédito figuran tres montadores titulares y otros cinco colaboradores de edición. Su presentación en los EE.UU. tuvo lugar el pasado 10 de marzo en el South by Southwest Film Festival y, salvo error del que suscribe, por ahora no hay intención de estrenarla en España, ni en cines ni en formato doméstico, si bien se proyectó el 24 de noviembre en la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya y algunas fuentes informaban, de manera imprecisa, que podría estar disponible pronto en Netflix España.


No es ningún secreto a estas alturas el carácter un tanto “maldito” de los últimos trabajos de Malick, como tampoco lo es que sus tres últimos largometrajes, To the Wonder (ídem, 2012) (5), Knight of Cups y Song to Song, forman, a simple vista, una suerte de trilogía. Ya expliqué en su momento que To the Wonder me parecía una exacerbación formal de determinados recursos estilísticos previamente puestos en práctica en El árbol de la vida(The Tree of Life, 2011), auténtica película-bisagra en el conjunto de su filmografía con la cual el realizador de Ottawa descubrió una manera rápida y económica de filmar con la ayuda de las modernas cámaras digitales ultraligeras y, un poco como Woody Allen, continuó practicando –como ya había hecho en La delgada línea roja (The Thin Red Line, 1998)–, la implicación de famosos intérpretes dispuestos a participar a cambio de muy poco, o quizá de nada, en unos proyectos, los suyos, de marcado carácter experimental y/ o no convencional; a riesgo, incluso, de ni tan siquiera aparecer en los montajes definitivos de dichos films. Pero si To the Wonder era una propuesta tan arriesgada como fallida, tan atractiva como pretenciosa, y que, con independencia del resultado, marcaba una radicalización y liberación en las formas del moderno cine de Malick que alcanzaron un punto culminante en su –esta sí– espléndida Knight of Cups, ahora, y por desgracia, Song to Songme parece una reiteración de los defectos de To the Wonder y un vago esbozo de lo logrado en Knight of Cups, lo cual es una pena teniendo en cuenta los soberbios resultados de esta última y que, a pesar de todo, hay en Song to Song ideas dignas de consideración.


Como en To the Wonder–y como, de hecho, en el grueso de su filmografía–, lo que Malick cuenta en Song to Song es muy sencillo. Faye (Rooney Mara) se dedica a la música –la vemos tocando una guitarra eléctrica en un concierto de rock–, y es amante de Cook (Michael Fassbender), que es productor musical y organizador de eventos. Cook es el mejor amigo de otro músico, BV (Ryan Gosling). Sin que Cook lo sepa, Faye y BV acaban deviniendo amantes. Andando el tiempo, Faye deja su relación sentimental con Cook. A su vez, BV rompe también con Cook el día que descubre que este ha registrado a su nombre las canciones que compuso para su sello discográfico. Más adelante, Cook conoce y se enamora de Rhonda (Natalie Portman), una maestra de parvulario que se gana la vida como camarera, y termina casándose con ella. Mientras tanto, Faye mantiene otra relación sentimental, en esta ocasión con otra mujer, Zoey (Bérénice Marlohe), y BV un par de aventuras fugaces con otras dos, la también músico y cantante Lykke (Lykke Li) y la más madura Amanda (Cate Blanchett). A pesar de estar casado con Rhonda, Cook no pierde ocasión de serle infiel con todas las modelos que se cruzan en su camino, una situación que termina trágicamente con la muerte de Rhonda, aparentemente por suicidio. Finalmente, Faye y BV se reencuentran y reconcilian, y vuelven a ser pareja. En medio de la trama pululan otros personajes, como Amanda (Holly Hunter), la madre de Faye, y su padre (Brady Coleman); Judy (Linda Emond), la progenitora de BV, que le advierte de que su relación sentimental con Amanda carece de futuro; o también el padre de BV (Neely Bingham), al cual este va a visitar cuando está enfermo. Asimismo, hacen acto de presencia, brevemente, un iracundo cantante de rock –un Val Kilmer que parece evocar su prestación como Jim Morrison a las órdenes de Oliver Stone–, y auténticas figuras del rock, destacando sobre todo Patti Smith, Iggy Pop y los Red Hot Chilli Peppers.


Hay de advertir de inmediato que la sinopsis que acabo de esbozar no es más que un intento por mi parte de trazar el hilo argumental de un film que en muy pocas ocasiones intenta contar una historia desde un punto de vista convencional. Pero si en Knight of Cups había, al menos, la referencia a las cartas del tarot, gracias a las cuales la película seguía un determinado desarrollo, por más que en el fondo fuese arbitrario y sujeto a todo tipo de libertades y licencias por parte del realizador, Song to Song recupera –como ya he apuntado– buena parte de la anarquía narrativa de To the Wonder. La diferencia con esta última estriba, a grandes rasgos, en que, si en ella Malick parecía cuestionarse la necesidad de que el cine requiera “personajes” y “argumento”, entretejiendo los unos y lo otro a medida que iba desarrollando –o, mejor dicho, avanzando– la proyección, en cambio en Song to Song hay una serie de pequeñas tramas que se van desarrollando o bien una detrás de otra, o bien en paralelo –Faye/ Cook, Cook/ BV, Faye/ BV, Cook/ Rhonda, Faye/ Zoey, BV/ Lykke, BV/ Amanda–, pero sin que haya una progresión más o menos lógica, e incluso sin que tenga la menor importancia –al menos, a simple vista– si alguna de esas tramas es más interesante que las otras. En cierto sentido, podemos interpretar, por tanto, que Song to Song ataca la noción de que cuando, en cine, se cuenta una “historia”, la arbitrariedad a la hora de elegir qué aspectos de esa historia son dignos de ser desarrollados con más intensidad y cuáles no es una opción tan válida como la de quien prefiere seguir la regla de construcción clásica del planteamiento, el nudo y el desenlace.


Ello no obsta para que Malick introduzca en determinados momentos de su film ciertos detalles que sirven de pauta visual al espectador y le permiten, en un momento dado, “fabricarse” su propia película. Pienso, por ejemplo, en el primer tercio del relato, los cambios de peinado de Faye, que es morena, pero que en las escenas donde todavía forma pareja con Cook aparece en ocasiones llevando una peluca rubia. ¿Podemos interpretarlo como una sugerencia de Malick, según la cual la Faye con falsos cabellos no es la auténticaFaye, sino la Faye roquera y cool“diseñada” al gusto de su amante Cook? No por casualidad, en el tercio final de film, cuando Faye y BV se reencuentran en una fiesta en un jardín, fiesta muy similar a las que tiene lugar al lado de la piscina en la casa de Cook donde ambos se vieron por primera vez, y después de que tanto ella como él hayan vivido sus respectivas experiencias amorosas con Cook/ Zoey y Lykke/ Amanda, Faye vuelve a llevar puesta la peluca rubia, de la cual se desprenderá en las escenas posteriores, ya de nuevo sentimentalmente emparejada con BV, y por tanto, volviendo a ser y a sentirse como ella misma. Creo que tampoco casualmente, Faye y BV se reconcilian y reconocen el uno en el otro al lado de un piano, experimentando de nuevo juntos su compartido amor por la música.


No son los únicos momentos en los que las imágenes de Malick narran cosas a base de pura sugerencia visual. Por ejemplo, el vínculo afectivo que une a Fay con BV incluso cuando están separados y haciendo su vida con otras parejas se expresa mediante otro paralelismo: Faye llora en la puerta de casa de sus padres, a donde ha ido a visitar a estos y a una hermana (Dana Falconberry), cuando esta parece reprocharle que casi nunca viene a verles y que ha llegado a convertirse en una extraña para sus seres queridos; y, por su parte, BV también llora a escondidas tras visitar a su ya mencionado padre enfermo y, aparentemente, a las puertas de la muerte. Asimismo, Malick marca parte de la evolución del personaje de Faye contrastando a dos mujeres importantes en su vida, asimismo ya mencionadas: su amante Zoey y, luego, la cantautora Patti Smith: ambas mujeres llevan a cabo el mismo gesto, tomar con dulzura el rostro de Faye entre sus manos, expresándole de distinto modo su afecto.


No es ningún secreto a estas alturas que Terrence Malick parece sentir cierta debilidad por los contenidos morales, éticos y filosóficos (aunque no los religiosos) del Libro de Job, volumen del Antiguo Testamento que, a través de la historia de Job, un judío fiel a la doctrina de Dios que, a pesar de ello, sufre diversas inclemencias a modo de pruebas de su fe, plantea la idea de que el Supremo Hacedor ha creado tanto el Bien como el Mal, y que si bien castiga a los pecadores, en ocasiones también hace sufrir a los justos, con la diferencia de que el sufrimiento que inflige a los primeros tiene carácter punitivo, mientras que el que aplica a los segundos lo tiene correctivo. Se habló mucho de la presencia del Libro de Job sobre el argumento de El árbol de la vida, y no cuesta encontrarlo planeando de nuevo sobre algunas de las cuestiones que se plantean en Song to Song, donde todos los personajes disfrutan y sufren de manera alternativa: gozan del amor, pero también sufren con el desamor (el fracaso de las relaciones sentimentales de BV con Lykke y Amanda); disfrutan del sexo (al principio del relato, oímos la voz overde Faye diciendo: “Hubo una época en la que me gustaba que el sexo fuera un poco violento”, mientras la vemos revolcándose por el suelo con Cook; más adelante, presenciamos la orgía extraconyugal de este último con un par de modelos), pero también la pérdida de los seres queridos (el padre de BV, Rhonda).


Reaparece, en no poca medida, el afán de trascendencia que se vislumbraba en la mayor parte del metraje de To the Wonder, y que en Song to Song se manifiesta haciendo, de nuevo, un particular énfasis en los escenarios y paisajes donde se desarrolla la acción. Como se mostraba, mejor que aquí, en Knight of Cups, los decorados relacionados con la idea de riqueza son los escenarios en los que se representa la opulencia, la soberbia, la arrogancia y la insensibilidad hacia los necesitados de personajes como el de Cook. Es el caso, sin ir más lejos, de la lujosa vivienda de Cook, con su enorme jardín y su piscina; una casa enorme donde Cook vive a ratos solos, a veces con Faye, y luego con su esposa Rhonda. Vivienda cuyos solitarios espacios contrastan con la gigantesca iglesia a la cual Rhonda acude para oír misa, un local abarrotado y con la apariencia de un gigantesco auditorio musical.


A sensu contrario, los escenarios naturales se erigen en representación de todo lo contrario, es decir, la modestia, la sinceridad, la sensibilidad y la empatía. Algo que se percibe, sin tampoco ir demasiado lejos, en las escenas finales de Faye y BV en el campo, donde ambos hacen el amor arropados por el entorno natural que les rodea. Como ya ocurría, asimismo, en Knight of Cups, la presencia del agua vuelve a tener un cierto significado simbólico relacionado con los conceptos de pureza e impureza. Ya hemos mencionado que la casa de Cook tiene una enorme piscina en la que, en un momento dado, vemos lanzarse al agua a las chicas que han sido o serán amantes de aquél. En una breve escena, es la propia Faye quien bucea ella sola en esa piscina, filmada a través de una ventana que permite ver el fondo de la piscina desde un piso inferior, como si la muchacha fuese, en cierto sentido, un “pez” cautivo dentro de la “pecera” particular de Cook. La misma piscina en cuya orilla Cook hallará el cuerpo sin vida de Rhonda. Más adelante, en las asimismo mencionadas escenas finales, BV acaricia y besa a una Faye que tiene sus pies desnudos metidos dentro de una charca de agua, en una imagen que guarda ciertas concomitancias con la iconografía del bautismo en el río Jordán.


Song to Songhace gala de esa cualidad “flotante”, que puede resultar tan atractiva para unos como irritante para otros, tan característica del último cine de Malick, en virtud de la cual hay una aparente ligereza y sensación de ingravidez tanto en los propios personajes como, sobre todo, en la construcción de las imágenes. El empleo del formato panorámico, combinado con el uso de cámaras ultraligeras en casi perpetuo movimiento, encuadrando y reencuadrando por doquier, puede resultar tan “bonito” como, por eso mismo, cargante, más allá de la excelencia de la labor de iluminación del siempre brillante Emmanuel Lubezki. A ello hay que sumar la escasez de diálogos, la escasa o prácticamente nula importancia que estos tienen en el más reciente cine de su autor, o la subrepticia utilización de una voz en off que, más que proporcionar información adicional al espectador, más bien pretende ser una especie de pincelada psicológica impresionista completamente desligada de las imágenes, a modo de nota a pie de página o de acotación al margen.


No le faltan méritos a Song to Song(dejando aparte, claro está a estas alturas, su elevadísimo sentido del riesgo, en cuanto propuesta no convencional); atesora, asimismo, alguna bella idea de puesta en escena. Por ejemplo, esa serie de planos en los que la cámara acosa a Faye en el apartamento, adoptando el punto de vista de Cook, y la va persiguiendo mientras su interlocutor la acosa a preguntas. Hay que anotar, en este sentido, que Song to Song es una especie de monumento visual a mayor honra y gloria de Rooney Mara, tal y como –recordemos– To the Wonder era otro monumento de exaltación de la belleza de Olga Kurylenko, o yendo un poco más atrás, en la misma medida que Malas tierras(Badlands, 1973) lo era respecto a Sissy Spacek, El nuevo mundo con Q’orianka Kilcher, o El árbol de la vida con Jessica Chastain. La manera como Malick filma a su actriz, sus abundantes primeros planos, la forma como la cámara sigue y/ o acompaña cualquier gesto, movimiento y mirada de la actriz, riendo, llorando, bailando o amando, pone al descubierto otra característica habitual del cine de Malick, por más que no acostumbre a salir a colación, sospecho, por su carácter “políticamente incorrecto”: que Malick es un amante de la belleza femenina, y que si filma a las mujeres de esa manera, con semejante delectación, es porque sin duda alguna le gustan.

(4) Esta es la foto de marras:


(5) http://elcineseguntfv.blogspot.com.es/2013/04/el-estilo-y-la-trascendencia-to-wonder_18.html



Presentación de “MÉLIÈS” el 22 de diciembre en Barcelona

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Este viernes 22 de diciembre estaré en la librería Alibri de Barcelona (calle Balmes, 26), a las 19 horas, presentando el volumen colectivo Méliès, editado por Libros del Innombrable. En dicho acto estaré acompañado por el editor Raúl Herrero y por algunos de los estupendos coautores del libro: Iván Humanes, Laia López Manrique, Silvia Rins, Diego Civilotti, Juan Luis Borra y Alfredo Moreno.




“IMÁGENES DE ACTUALIDAD” de ENERO 2018, a la venta

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Ya es año nuevo en Imágenes de Actualidad. El tema de portada de su núm. 386 es, precisamente, el espectacular reportaje especial Las 100 películas de 2018, en el que el lector encontrará una amplia información sobre el centenar de films más esperados para este nuevo año.


Estrenos de este mes de enero que aparecen destacados en portada son los de Los archivos del Pentágono (The Post, 2017), cuyo reportaje se complementa con una entrevista con su director, Steven Spielberg; Insidious: La última llave (Insidious: The Last Key, 2017, Adam Robitel); El instante más oscuro (Darkest Hour, 2017, Joe Wright); Molly’s Game (ídem, 2017, Aaron Sorkin); Tres anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017, Martin McDonagh); dentro de la sección Televisión, la cuarta temporada de la serie Black Mirror, donde también se incluye la emisión en España de la serie Jean-Claude Van Johnson; y, con motivo del estreno en cines de Mazinger Z: Infinity (Mazinga Zetto: Infinity, 2017, Junji Shimizu), el reportaje especial sobre este mítico personaje Mazinger Z. El gigante de Aleación Z.


Otros reportajes que aparecen en este número son los dedicados a los films Qué fue de Brad (Brad’s Status, 2017, Mike White), Thelma (ídem, 2017, Joachim Trier), El museo de las maravillas(Wonderstruck, 2017, Todd Haynes), y la reposición en cines de Gremlins(ídem, 1984, Joe Dante). A ello hay que añadir las secciones Además…, con otros estrenos del mes; News; Stars; Hollywood Babilonia, de Héctor Adama; Hollywood Boulevard, de Ramón Cudeiro; ¿Sabías que…?, del profesor Moriarty; Se rueda, de Boquerini; Zona sin Límites, de Ángel Sala; Diccionario Fantástico, del Dr. Cyclops; Críticas; Libros, de Óscar Brox; y BSO y DVD & Blu-ray, de Miguel Fernando Ruiz de Villalobos.


El estreno de Los archivos del Pentágono es la excusa para dedicar el Cult Movie del mes a otra famosa película norteamericana de temática política o, si se prefiere, con trasfondo político: JFK, caso abierto (JFK, 1991), “la mejor película del irregular Oliver Stone junto con “Salvador”, “Nacido el 4 de Julio”, “Nixon” y “World Trade Center”. Hace gala de las mejores virtudes de su realizador y minimiza notablemente sus defectos. Entre lo mejor, sin duda alguna, destaca el talento de Stone para llevar a cabo uno de los más brillantes experimentos con el montaje del cine de estos últimos años, de manera que las barreras entre documental y ficción quedan difuminadas hasta tal extremo que podría hablarse de “JFK, caso abierto” como un excelente ejemplo de reportaje «ficcionalizado» o de ficción «documentalizada»”.


Mi contribución a este número de la revista se cierra con un par de críticas: la de la extraordinaria Coco (ídem, 2017, Lee Unkrich y Adrian Molina) y la de la aceptable Wonder Wheel (ídem, 2017, Woody Allen).


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Cuento musical de Navidad: “MUCHAS GRACIAS, MR. SCROOGE”, de RONALD NEAME

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Contrariamente a lo que pueda parecer a simple vista, Muchas gracias, Mr. Scrooge (Scrooge, 1970, Ronald Neame) no es una adaptación al cine de ninguna versión musical escénica previa del Cuento de Navidad (1843) de Charles Dickens, a pesar de estar escrita, producida (en calidad de productor ejecutivo) y contar con música y canciones de Leslie Bricusse, un compositor británico estrechamente vinculado a algunas producciones cinematográficas musicales de aquellos años, tales como El extravagante doctor Dolittle (Doctor Dolittle, 1967, Richard Fleischer), Adiós, Mr. Chips (Goodbye, Mr. Chips, 1969, Herbert Ross) y Un mundo de fantasía (Willy Wonka & the Chocolate Factory, 1971, Mel Stuart). Por el contrario, como digo, sería Muchas gracias, Mr. Scrooge la que daría pie, veintidós años después, a una versión para el teatro, Scrooge: The Musical (1992).


Acaso eso explique que, contrariamente a lo usual en otras películas musicales de la época basadas en éxitos del teatro musical londinense o de Broadway –cf. El violinista en el tejado (Fiddler on the Roof, 1971, Norman Jewison)–, en las cuales la acción dramática se “interrumpía” en virtud de los números musicales, a modo de paréntesis (que dichas “interrupciones” y/ o paréntesis musicales fuesen o no pertinentes, o estuviesen o no insertados y resueltos con gracia, ya es harina de otro costal), en Muchas gracias, Mr. Scrooge las canciones y los números musicales no tengan ese carácter de “interrupciones”, o que por lo menos no lo tengan de una forma tan descarada como en otros films musicales. De hecho, si algo llama la atención –positivamente– de los números musicales de esta estupenda película es que tienen un carácter eminentemente subjetivo y psicológico: brotan, o parecen brotar, de la subjetividad y la idiosincrasia de los personajes, en función de sus características, circunstancias y perfil psicológico. Es el caso, sin ir más lejos, de la canción “I Hate People”, que interpreta el avaro Ebenezer Scrooge (Albert Finney) camino de su casa, y que vendría a expresar los pensamientos del personaje, esto es, su desprecio hacia las personas y las celebraciones navideñas, su amargura y su soledad; o la canción “Christmas Children” que, inmediatamente antes que Scrooge, interpreta su humilde escribiente, Bob Cratchit (David Collings), mientras compra los ingredientes para la comida de Navidad junto con dos de sus cinco hijos.


Muchas gracias, Mr. Scrooge me parece una feliz conjunción de talentos. Por un lado, el del ya mencionado Bricusse, responsable no solo de un brillante ramillete de canciones –por más que él tan solo fuera el letrista de las mismas, dado que la partitura propiamente dicha corrió a cargo, dictada por Bricusse (que no sabía escribir música), de Ian Fraser y Herbert W. Spencer–, sino también, y como guionista, de una notable adaptación del original de Dickens, muy fiel al mismo en sus líneas generales, pero del que también en ocasiones se aparta para introducir alguna nada despreciable novedad. Es el caso de la divertida secuencia en la que, tras ser arrojado dentro de la fosa por el Fantasma de las Navidades Futuras (Paddy Stone), Scrooge va a parar a un pintoresco Infierno que parece sacado de un péplum de Mario Bava, y allí le está esperando el espectro de su antiguo socio Jacob Marley (Alec Guinness), quien le conduce a sus aposentos: una réplica de la oficina de préstamos que ambos dirigían, pero tan helada y cubierta de nieve como la casa de campo de Doctor Zhivago (ídem, 1965, David Lean) –“el único lugar frío del Infierno”, como apostilla Marley–, donde Scrooge trabajará durante toda la eternidad para Lucifer, cargando sobre sus hombros la gigantesca cadena que se forjó en vida con su ruindad hacia sus semejantes. Anotemos, a título de curiosidad, que dicha secuencia en ocasiones ha desaparecido con motivo de la emisión del film por televisión, si bien se encuentra en las actuales ediciones en formato doméstico.


A Bricusse hay que añadir, forzosamente, al genial director de fotografía Oswald Morris, quien, curiosamente, repite y perfecciona un efecto estético que había ensayado previamente el propio realizador de Muchas gracias, Mr. Scrooge, Ronald Neame, en uno de sus primeros trabajos como operador a las órdenes de David Lean, Un espíritu burlón (Blithe Spirit, 1945): el sutil empleo de un foco de luz vagamente azulado –en Un espíritu burlón, verdoso–, y proyectado sobre el actor Alec Guinness, con vistas a conferirle esa particular cualidad pálida y etérea al fantasma de Marley que interpreta. A Morris hay que sumar al diseñador de producción Terence Marsh, responsable de unos extraordinarios decorados de ambientación victoriana erigidos en los estudios de Shepperton, que brillan a gran altura tanto en lo que se refiere a las escenas ambientadas en exteriores –las que tienen lugar en las calles de Londres– como, sobre todo, en interiores; destacar, a este respecto, el decorado frío y desnudo, y a pesar de todo sombrío e inquietante, de la vivienda de Scrooge, suerte de mansión gótica donde el protagonista camina, paradójicamente, cual alma en pena todavía con vida. Es de justicia mencionar la aportación de los, para la época e incluso a ojos de hoy, notables efectos especiales creados por Wally Veevers: los vuelos de los personajes en las escenas de Scrooge y el Fantasma de las Navidades Presentes (Kenneth More) parecen un anticipo de aquellos en los que el mismo Veevers colaboraría para Superman (ídem, 1978, Richard Donner). Y, por descontado, la magnífica labor de los intérpretes, donde destacan fácilmente un histriónico pero entregado Albert Finney –encarnando al viejo Scrooge (y, en los flashbacks, al joven) con tan solo 33 años de edad–, Alec Guinness, Kenneth More y Edith Evans, esta última intérprete del Fantasma de las Navidades Pasadas.


No obstante, si todo eso funciona es gracias a la labor de coordinación de talentos del no menos interesante Ronald Neame, otro de estos tantos nombres ignorados, olvidados y/ o menospreciados de la cinematografía británica de entre los años 40 y 70 (y van…), que –al igual, poco más o menos, que J. Lee Thompson o John Guillermin–, suele ser, ejem, analizado a la luz de sus últimos y mediocres trabajos tras las cámaras rodados en los Estados Unidos –cf. Meteoro (Meteor, 1979)–, o simplemente recordado por la popularidad de, sobre todo, uno de ellos –La aventura del Poseidón (The Poseidon Adventure, 1972); dicho sea de paso, la mejor película de catástrofes de los setenta junto con El coloso en llamas (The Towering Inferno, 1974), de… Guillermin–, pasando por encima del variado interés de muchas de sus otras películas: La salamandra de oro (Golden Salamander, 1950), El millonario (The Million Pound Note, 1954), El hombre que nunca existió (The Man Who Never Was, 1956), Alarma en Extremo Oriente (Windom’s Way, 1957), Un genio anda suelto (The Horse’s Mouth, 1958), Fuga de Zahrain (Escape from Zahrain, 1962), Podría seguir cantando (I Could Go on Singing, 1963), Mujer sin pasado (The Chalk Garden, 1964), El aventurero de Kenya (Mister Moses, 1965), Espías en acción (A Man Could Get Killed, 1966), Ladrona por amor (Gambit, 1966), Los mejores años de Miss Brodie (The Prime of Miss Jean Brodie, 1969) y, en particular, su magnífica Whisky y gloria (Tunes of Glory, 1960), film que en su momento se ganó la admiración de nada menos que Alfred Hitchcock.


A pesar de la presencia, característica del cine del momento de su realización, de determinados “borrones” visuales de moda como los planos con teleobjetivo (por suerte, muy escasos), la labor de Neame en Muchas gracias, Mr. Scrooge resulta en todo momento eficaz y, a ratos, muy elegante. Llama la atención, como digo, el carácter subjetivo y psicológico del tratamiento de las escenas musicales, en virtud del cual las canciones sirven como vehículos narrativos que expresan, en voz alta, los pensamientos interiores de los personajes. A los ya mencionados ejemplos de la resolución de las escenas que giran en torno a las canciones “Christmas Children” y “I Hate People”, podemos añadir fácilmente “You… You”, que expresa el lamento de Scrooge al recordar, junto al Fantasma de las Navidades Pasadas, el grave error que cometió al dejar marchar al gran amor de su vida, llamada Belle en el relato de Dickens y rebautizada en la película como Isabel (Suzanne Neve); y “Happiness”, interpretada por esta última y que, como su título indica, expresa el amor que siente Isabel hacia el joven y todavía amable Scrooge.


Pero, además, los números musicales colectivos tienen una viveza y vitalidad que reflejan magníficamente la alegría de unos personajes que cantan y bailan de manera espontánea y sin virtuosismo. Por más que guardan ecos de la celebrada coreografía de Onna White para otro famoso film musical inspirado en Dickens, Oliver (Oliver!, 1968, Carol Reed), dichos números musicales se diferencian de los de este último, como digo, porque son menos “coreográficos” y sí, en cambio, más (aparentemente) “espontáneos”, a tono, vuelvo a insistir, con la humildad de los personajes. Es el caso del número musical “A Christmas Carol”, interpretado por el grupo de golfillos que cantan villancicos de portal en portal y que se dedican a perseguir a Scrooge para burlarse de él por su tacañería; “December the 25th”, protagonizado por el viejo jefe de Scrooge, el Sr. Fezziwig (Laurence Naismith), cuando celebraba el día de Navidad con sus empleados y su esposa (una, por cierto, irreconocible Kay Walsh); el gran número musical de la película, “Thank You Very Much”, en el que Tom Jenkins (Anton Rodgers) y el resto de antiguos clientes sangrados por Scrooge celebran la muerte del avaro cantando y bailando mientras acompañan su ataúd al camposanto… sin que un despistado Scrooge se dé cuenta de ello; y el gran número musical del final, “I Like Life”, que retoma la misma canción que le enseñó a Scrooge el Fantasma de las Navidades Presentes y que, ahora, interpretada de nuevo por un pletórico Scrooge tras haber aprendido la lección de vida que le han impartido los tres fantasmas, supone la expresión de su cambio de actitud.


Llama la atención, asimismo, la fuerza que tienen los momentos fantastiques, en la frontera misma del cine de terror. Es el caso del rostro del fantasma de Marley que se aparece en el pomo de la puerta de la vivienda de Scrooge cuando el protagonista está a punto de abrirla; la atmósfera tétrica que precede a la aparición del fantasma de Marley, como ya he mencionado en la casi gótica casa donde vive Scrooge, y donde no falta la utilización de determinados detalles sonoros y visuales destinados a crear esa atmósfera macabra (el humo que, de pronto, brota de la chimenea al lado de la cual Scrooge está cenando; el sonido exagerado, crispante, de las campanas de una iglesia); el vuelo de Scrooge y el fantasma de Marley sobre Londres, en el curso del cual se cruzan con los espíritus de los condenados a vagar siempre por el Infierno; el impactante momento en el cementerio, cuando el protagonista descubre su propia lápida y, a continuación, como ya he mencionado, es arrojado por el Fantasma de las Navidades Futuras a una fosa de infinita caída que le conduce al Averno… Muchas gracias, Mr. Scrooge funciona estupendamente, pues, a varios niveles: como adaptación de Dickens, como espectáculo musical, como fábula fantástica de trasfondo moralista, y como película navideña brillante y entendida sin prejuicios.   


Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo

“DIRIGIDO POR…” de ENERO 2018, a la venta

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Dirigido por… estrena el año nuevo dedicando la portada de su núm. 484 a Molly’s Game (ídem, 2017), cuya reseña firma un servidor, y que se complementa con una entrevistacon su reputado guionista y realizador, Aaron Sorkin.


También se destaca en portada la segunda parte del dossier de tres entregas que la revista está dedicando a King Vidor, y que este mes incluye los siguientes artículos: Individuo, trabajo, sociedad. A propósito de “…Y el mundo marcha” y “El pan nuestro de cada día”, de Ramon Freixas y Joan Bassa; King Vidor. Algunos melodramas, de Quim Casas; King Vidor. Entre Marion Davies y un disolvente anticomunismo, de Juan Carlos Vizcaíno Martínez; y King Vidor. Dos melodramas criminales, de Israel Paredes Badía.


Otro importante contenido destacado en la tapa es el estudio dedicado al malogrado realizador Tobe Hooper, que ha escrito Diego Salgado.


También se destacan en la portada las extensas reseñas de las nuevas películas de Steven Spielberg –Los archivos del Pentágono (The Post, 2017), de Roberto Morato–, Todd Haynes –El museo de las maravillas (Wonderstruck, 2017), de Quim Casas–, Martin McDonagh –Tres anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017), de Israel Paredes Badía–, Joe Wright –El instante más oscuro(Darkest Hour, 2017), de Israel Paredes Badía– y Robin Campillo –120 pulsaciones por minuto (120 battements par minute, 2017), de Israel Paredes Badía–; así como el comentario de Nicolás Ruiz, para la sección Televisión, de la serie Black Mirror T.4 (ídem, 2017); y la crónica del Festival Zinebi de Bilbao, escrita por Rafel Miret.


Otros contenidos de este número son las críticas destacadas de Perfectos desconocidos (2017), de Álex de la Iglesia, escrita por quien esto suscribe, Zama (2017), de Lucrecia Martel, que firma Israel Paredes Badía, Una vida a lo grande (Downzising, 2017), de Alexander Payne, escrita por Quim Casas, y Star Wars: Los últimos Jedi (Star Wars: The Last Jedi, 2017), de Rian Johnson, que también firma un servidor; y las secciones Opinión, con el artículo Ni poltronas, ni pijamas [Tonio L. Alarcón]; Televisión, donde también se comentan las series Vergüenza (2017), de Juan Cavestany y Álvaro Fernández Armero [Quim Casas] y The Sinner (ídem, 2017) [Nicolás Ruiz]; Críticas, con comentarios de otros estrenos; Home Cinema, con comentarios de novedades en formato doméstico a cargo de Quim Casas. Tonio L. Alarcón, Héctor G. Barnés, Juan Carlos Vizcaíno Martínez y Joaquín Vallet Rodrigo; Libros, con reseñas de novedades editoriales a cargo de Ramon Freixas, Quim Casas e Israel Paredes Badía; Banda Sonora, de Joan Padrol; y En busca del cine perdido, donde en colaboración con el colega Joan Padrol comento una rareza de Ignacio F. Iquino, Aquel viejo molino… (1946).


Como ya he mencionado, mi contribución a este número de Dirigido por… consiste, en primer lugar, en la extensa crítica de la interesante ópera prima como realizador de Aaron Sorkin Molly’s Game.


También he avanzado que firmo las reseñas dedicadas a la aceptable Perfectos desconocidos, de Álex de la Iglesia, y la muy estimable Star Wars: Los últimos Jedi, de Rian Johnson.


Asimismo, firmo la crítica de una película mucho mejor de lo que parece a simple vista: Wonder (ídem, 2017), de Stephen Chbosky.


Mi contribución se cierra con el texto que he escrito con Joan Padrol dedicado a Aquel viejo molino…, de Ignacio F. Iquino, para la sección En busca del cine perdido.


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Presentación de “HARRY EL SUCIO” en la librería ALIBRI de Barcelona

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El próximo jueves, 11 de enero, a las 19 h., presentaré mi libro sobre el clásico de Don Siegel Harry el sucio, publicado por Nau Llibres (colección Guías para Ver y Analizar), en la librería Alibri de Barcelona, situada en la calle Balmes, 26. Me acompañará en esta presentación un buen amigo, el historiador cinematográfico Llorenç Esteve. ¡Allí nos vemos!




“IMÁGENES DE ACTUALIDAD” de FEBRERO 2018, a la venta

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La película Marvel de turno, Black Panther (ídem, 2018), de Ryan Coogler, es el principal contenido de portada del núm. 387 de Imágenes de Actualidad. El extenso reportaje de este film se complementa con un artículo sobre otros superhéroes de raza negra, Los auténticos caballeros oscuros.


En portada también se destacan los estrenos de La forma del agua (The Shape of Water, 2017), que se complementa con una entrevista con su director, Guillermo del Toro, y con un retrato de su actriz protagonista, Sally Hawkins; Cincuenta sombras liberadas (Fifty Shades Freed, 2018), de James Foley; y 15:17: Tren a París (The 15:17 to Paris, 2018), de Clint Eastwood.


También hay reportajes de otras películas “oscarizables”, tal es el caso de Lady Bird (ídem, 2017), de Greta Gerwig, que se complementa con una entrevistacon su protagonista, Saoirse Ronan; Todo el dinero del mundo (All the Money in the World, 2017), que se complementa con una entrevista con su director, Ridley Scott; Yo, Tonya (I, Tonya, 2017), de Craig Gillespie, que se complementa con el artículo sobre otras películas en torno a escándalos deportivos, Escándalo, es un escándalo; El hilo invisible (Phantom Thread, 2017), de Paul Thomas Anderson; y The Florida Project (ídem, 2017), de Sean Baker. A todo ello hay que añadir, dentro de la sección Series TV, la disponibilidad en Netflix del film de David Bruckner The Ritual (ídem, 2017), y las series Altered Carbon (ídem, 2018) y Counterpart (ídem, 2017).


El número se completa con los reportajes dedicados a El pasajero (The Commuter, 2017), de Jaume Collet-Serra; The Party (ídem, 2017), de Sally Potter; Amityville: El despertar(Amityville: The Awakening, 2017), de Franck Khalfoun, que se complementa con el artículo Secuelitis aguda: Los reyes del terror por entregas; Cavernícola (Early Man, 2018), de Nick Park; Roman J. Israel, Esq. (ídem, 2017), de Dan Gilroy; y El corredor del laberinto: La cura mortal (The Maze Runner: The Death Cure, 2018), de Wes Ball. Y, como siempre, las secciones Además…, con otros estrenos del mes; News; Stars; Hollywood Babilonia, de Héctor Adama; Hollywood Boulevard, de Ramón Cudeiro; ¿Sabías que…?, del profesor Moriarty; Se rueda, de Boquerini; Zona sin Límites, de Ángel Sala; Diccionario Fantástico, del Dr. Cyclops; Críticas; Libros, de Óscar Brox; y BSO y DVD & Blu-ray, de Miguel Fernando Ruiz de Villalobos.


El Cult Movie que firmo este mes es, creo, de los divertidos: El guardaespaldas (The Bodyguard, 1992), de Mick Jackson, cuya versión musical escénica se representa estos días en Madrid: ““El guardaespaldas” es un venerable objeto de culto para mucha gente, como también lo son películas como “Flashdance” (Adrian Lyne, 1983), “Dirty Dancing” (Emile Ardolino, 1987), “Pretty Woman” (Garry Marshall, 1990) o “Mamma Mia!” (Phyllida Lloyd, 2008), todas ellas, al igual que “El guardaespaldas”, films que giran en todo o en parte alrededor de personajes femeninos «fuertes» que rompen estereotipos, y con un carismático uso de canciones convertidas en «himnos»”.


También firmo un par de críticas: la de la magnífica Los archivos del Pentágono (The Post, 2017), de Steven Spielberg, y la de la bella pero parcialmente fallida Wonderstruck: El museo de las maravillas(Wonderstruck, 2017), de Todd Haynes.


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“FRANKENSTEIN, MITE I CULTURA POPULAR”, en las Biblioteques de Barcelona

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A lo largo de todo el mes de febrero, y bajo la coordinación del amigo Antonio José Navarro, se va a celebrar en distintos establecimientos de la red de Biblioteques de Barcelona un ciclo de conferencias dedicado a Frankenstein, mite i cultura popular, con motivo de la conmemoración, este año 2018, del 200º aniversario de la publicación de la primera edición de la famosa novela de Mary Shelley. Entre los ponentes, todos de reconocido prestigio, me he “colado” yo, que el día 14 de ese mismo mes de febrero pronuncio una conferencia sobre el recorrido del Dr. Frankenstein y su célebre Monstruo, o Criatura, a lo largo de la historia del cine, bajo el genérico Està viu! Els mons cinematogràfics de Frankenstein. Aunque en lengua catalana, reproduzco el programa de dicho ciclo.


Presentación “HARRY EL SUCIO” en FNAC L’ILLA DIAGONAL de Barcelona

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El próximo viernes 2 de febrero, a las 19 horas, presentaré en el Forum del Fnac L’Illa Diagonal de Barcelona (Avenida Diagonal, 557) mi libro sobre Harry el sucio, editado por Nau Llibres dentro de su colección Guías Para Ver y Analizar. Me acompañará en dicho acto el amigo Antonio José Navarro. ¡Por allí nos vemos!



“DIRIGIDO POR…” de FEBRERO 2018, a la venta

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Lady Bird(ídem, 2017) es la película de portada del núm. 385 de Dirigido por… Firma su reseña Israel Paredes Badía, y la misma se complementa con una entrevista con la realizadora del film, Greta Gerwig.


Destacada asimismo en la portada aparece la tercera y última entrega del dossier que hemos dedicado a King Vidor, y que se cierra con los siguientes artículos: Lo individual y lo colectivo. King Vidor vs. Ayn Rand, de Antonio José Navarro; King Vidor. Singularidades, encargos, olvidos y apócrifos, de Juan Carlos Vizcaíno Martínez; King Vidor en Europa. El final de una carrera, de Ramon Freixas y Joan Bassa; Coda (y oda) final de Vidor: Dos cortos al margen, de Israel Paredes Badía; y filmografía, de Jaume Genover.


También se destaca en la tapa un artículo dedicado a la carrera como realizadora de Ida Lupino, que ha escrito Quim Casas con motivo del ciclo que la Filmoteca de la Generalitat de Catalunya le dedica a esta interesante cineasta.


Otros artículos destacados en la portada son las críticas dedicadas a los nuevos trabajos de Guillermo del Toro –La forma del agua (The Shape of Water, 2017) [Antonio José Navarro]–, Paul Thomas Anderson –El hilo invisible (Phantom Thread, 2017) [Israel Paredes Badía]–, Sean Baker –The Florida Project (ídem, 2017) [Diego Salgado]–, Ridley Scott –Todo el dinero del mundo (All the Money in the World, 2017) [Quim Casas]–, Richard Linklater –La última bandera (Last Flag Flying, 2017) [Quim Casas]–, y Luca Guadagnino –Call Me By Your Name (ídem, 2017) [Óscar Brox]–.


El número se completa con las críticas destacadas de The Party (ídem, 2017), de Sally Potter [Israel Paredes Badía] y Yo, Tonya (I, Tonya, 2017), de Craig Gillespie [Diego Salgado]; y las secciones Opinión, con el artículo La segunda unidad, ¿autoría en la sombra?, que firma un servidor; Flashrecent, en la que Tonio L. Alarcón comenta Bright (ídem, 2017), de David Ayer; Flashback, en la cual abordo el fenómeno montado alrededor de la película “de culto” de Tommy Wiseau The Room (ídem, 2003); Televisión, donde se comentan las series Godless (2017), de Scott Frank [Héctor G. Barnés] y Alias Grace (ídem, 2017), de Mary Harron [Joaquín Torán]; Críticas, con comentarios de otros estrenos; Home Cinema, con comentarios de novedades en formato doméstico a cargo de Quim Casas Ramon Freixas, Israel Paredes Badía y, de nuevo, un servidor; Cine On-Line, con reseñas de películas escritas por Antonio José Navarro, Tonio L. Alarcón, Joaquín Torán, Ramón Alfonso y quien esto suscribe; Libros, con reseñas de novedades editoriales a cargo de Ramon Freixas, Quim Casas, Israel Paredes Badía y Óscar Brox; Banda Sonora, de Joan Padrol; y Cinema Bis, en la cual hablo del curioso film de terror de Massimo Pupullo 5 tombe per un medium (1965).


Como acabo de mencionar, mi contribución a este número de Dirigido por… consiste, en primer lugar, en mi artículo para la sección Opinión donde apunto la cuestión, poco analizada y frecuentemente menospreciada, de la aportación de los directores de segunda unidad al conjunto de un film, tanto en el cine de antaño como en el de ahora.


Hablo, para la sección Flashback, del estrafalario fenómeno “de culto” (pre)fabricado alrededor de la película de Tommy Wiseau The Room, conocida entre nosotros gracias a haber servido de inspiración a James Franco para si film The Disaster Artist (ídem, 2017).



Escribo sobre Ancien y el mundo mágico (Hirune-hime: shiranai watashi no monogotari, 2017), de Kenji Kamiyama, en la sección Home Cinema


Comento, en la sección de Cine On-Line, un par de películas: la magnífica obra de Taylor Sheridan Wind River (ídem, 2017), y la estrafalaria comedia fantástico-musical polaca de Agnieszka Smoczynska The Lure (Córki dancingu, 2015).


Y, para la sección Cinema Bis, 5 tombe per un medium, de Massimo Pupillo.


Mi aportación mensual se cierra con la crítica del curioso film de Martin Campbell El extranjero (The Foreigner, 2017).


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“IMÁGENES DE ACTUALIDAD” y “DIRIGIDO POR…” de MARZO 2018, a la venta

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Un avance de Han Solo: Una historia de Star Wars (Solo: A Star Wars Story, 2018), de Ron Howard, es el principal motivo de portada del núm. 388 de Imágenes de Actualidad, el cual también incluye avances de películas como Ant-Man y la Avispa (Ant-Man and the Wasp, 2018), de Peyton Reed, y Misión: Imposible – Fallout (Mission: Impossible – Fallout, 2018), de Christopher McQuarrie.


También destacan en portada los estrenos de Ready Player One (ídem, 2018), de Steven Spielberg, cuyo reportaje se complementa con el artículo sobre otros films relacionados con el mundo del videojuego, Pixel (im)perfect; Gorrión rojo (Red Sparrow, 2018), de Francis Lawrence, que se complementa con una entrevista con su protagonista, Jennifer Lawrence, y con el artículo dedicado al cine de la Guerra Fría Querrido Tovarrich; Tomb Raider (ídem, 2018), de Roar Uthaug; Pacific Rim: Insurrección(Pacific Rim Uprising, 2018), de Steven S. DeKnight; y, dentro de la sección Series TV, un reportaje sobre la segunda temporada de la serie Jessica Jones, que se complementa con un par de entrevistas con su protagonista, Krysten Ritter, y con su coprotagonista, Carrie-Anne Moss, y que se completa con el estreno en Netflix del largometraje The Cloverfield Paradox (ídem, 2018), de Julius Onah.


El número se completa con los reportajes de Héroes en el infierno (Only the Brave, 2017), de Joseph Kosinski; Gringo: Se busca vivo o muerto (Gringo, 2018), de Nash Edgerton; A Silent Voice (Eiga koe no katachi, 2016), de Naoko Yamada; Jeannette, la infancia de Juana de Arco (Jeannette, l’enfance de Jeanne d’Arc, 2017), de Bruno Dumont; Perdido (Mon garçon, 2017), de Christian Carion; Winchester: La casa que construyeron los espíritus (Winchester, 2018), de The Spierig Brothers; Errementari (El herrero y el diablo) (Errementari, 2017), de Paul Urkijo Alijo; Loving Pablo (2017), de Fernando León de Aranoa; Sin rodeos (2018), de Santiago Segura; y La tribu (2018), de Fernando Colomo, que se complementa con una entrevista con sus protagonistas, Carmen Machi y Paco León. Y las secciones Además…, con otros estrenos del mes; News; Stars; Hollywood Babilonia, de Héctor Adama; Hollywood Boulevard, de Ramón Cudeiro; ¿Sabías que…?, del profesor Moriarty; Se rueda, de Boquerini; Zona sin Límites, de Ángel Sala; Diccionario Fantástico, del Dr. Cyclops; Críticas; Libros, de Óscar Brox; y BSO y DVD & Blu-ray, de Miguel Fernando Ruiz de Villalobos.


El estreno de Winchester: La casa que construyeron los espíritus me ha sugerido la posibilidad de dedicar el Cult Moviea una de las mejores películas de fantasmas de todos los tiempos: la maravillosa Suspense(The Innocents, 1961), “un film extraordinario y la obra cumbre de un gran cineasta, el británico Jack Clayton, quien a pesar de atesorar en su filmografía otras películas de enorme interés –“Un lugar en la cumbre” (1959), “Siempre estoy sola” (1964), “A las nueve, cada noche” (1967), “El carnaval de las tinieblas” (1983)–, nunca volvió a alcanzar las elevadas cotas de esta apasionante adaptación de Henry James”.


Cierro mi contribución a este número de Imágenes de Actualidad con un par de críticas: la de la muy interesante, aunque quizá ligeramente sobrevalorada, La forma del agua (The Shape of Water, 2017), de Guillermo del Toro; y la de la magnífica y, por el contrario, tan incomprendida 15:17 Tren a París (The 15:17 to Paris, 2018), de Clint Eastwood.


Por su parte, el núm. 486 de Dirigido por… dedica el grueso de su portada a su principal contenido de este mes: la primera entrega del dossieren dos partes titulado 200 años de Frankenstein, el cual, con motivo del bicentenario de la publicación de Frankenstein, o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, aborda lo que ha dado de sí el mito en cine y televisión. La entrega de este mes se compone de los siguientes artículos: La mujer y el monstruo [Diego Salgado y Elisa McCausland], El Dr. Frankenstein, supongo [Jesús Palacios], Frankenstein y la Universal [Albert Galera], y Erótico, cómico y terrorífico. El mito de Frankenstein visto a través del Cinema Bis[José Luis Salvador Estébenez]; y, además, de las antologías dedicadas a El doctor Frankenstein, de James Whale [Jordi Batlle Caminal], La novia de Frankenstein, de James Whale [Tonio L. Alarcón], La sombra de Frankenstein, de Rowland V. Lee [Quim Casas], Frankenstein 70, de Howard W. Koch [Luis Pérez Ochando], Frankenstein Conquers the World, de Ishiro Honda [Ramon Freixas & Joan Bassa], El jovencito Frankenstein, de Mel Brooks [Quim Casas], y The Rocky Horror Picture Show, de Jim Sharman [Israel Paredes Badía].


También se destaca en la tapa el estudio dedicado a Greta Gerwig. Artista y síntoma, escrito por Diego Salgado y Elisa McCausland; las críticas de 15:17 Tren a París, de Clint Eastwood [Quim Casas], Black Panther (ídem, 2018), de Ryan Coogler [Quim Casas], A Silent Voice, de Naoko Yamada [Nicolás Ruiz], Jeannette, la infancia de Juana de Arco, de Bruno Dumont, Thelma (ídem, 2017), de Joachim Trier, El Cairo confidencial (The Nile Hilton Incident, 2017), de Tarik Saleh, La vida lliure (2017), de Marc Recha y El insulto (L’insult, 2017), de Ziad Doueiri, las cinco últimas escritas por un servidor. A todo ello hay que añadir la crónica del Festival de Berlín 2018 [Emilio M. Luna y Víctor Esquirol Molinas] y, para la sección Televisión, el comentario de la serie Mosaic (ídem, 2018), de Steven Soderbergh. El número se completa con las secciones Opinión, donde firmo el artículo Ni cine “para mujeres”, ni cine “para hombres”; Home Cinema, con textos de Quim Casas, Israel Paredes Badía y Juan Carlos Vizcaíno Martínez; Cine On-Line, con comentarios a cargo de Diego Salgado, Roberto Morato, Nicolás Ruiz, Joaquín Vallet Rodrigo, Joaquín Torán, Ramón Alfonso y, de nuevo, un servidor; Críticas, con comentarios de otros estrenos del mes; Libros, con textos de Ramon Freixas, Quim Casas, Israel Paredes Badía y Óscar Brox; Banda Sonora, de Joan Padrol; y En busca del cine perdido, en la cual Ramon Freixas comenta El doctor Sócrates (Dr. Socrates, 1935), de William Dieterle.


Como ya he mencionado, este mes escribo sobre Jeannette, la infancia de Juana de Arco, Thelma, El Cairo confidencial, La vida lliure y El insulto.


Firmo, para la sección Opinión, el artículo Ni cine “para mujeres”, ni cine “para hombres”.


Asimismo, he escrito, para la sección Críticas, las reseñas de El cuaderno de Sara (2018), de Norberto López Amado, y Cincuenta sombras liberadas (Fifty Shades Freed, 2018), de James Foley.


Y, para la sección Cine On-Line, el comentario de Los hermosos días de Aranjuez (Les beaux jours d’Aranjuez, 2016), de Wim Wenders.


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